viernes, 27 de mayo de 2016

Hijo de las tinieblas



    Soy hijo de las tinieblas. Y necesito mutar, pasar de gusano a mariposa. Llevo demasiado tiempo de bar en bar, de amigo en amigo, de mujer a mujer...Crápula me llaman algunos, marchoso otro. Solo sé que la noche me ha acompañado desde hace cientos de años. Por que el tiempo ya no es imperecedero para mi. He optado por no variar ni mi vestimenta: vaqueros medianamente desgastados, camisa blanca o azul marina, puños con dos vueltas y en invierno cazadora negra de piel de vaca con leves adornos moteros. He recorrido todas las modas, todos los barrios, al compás de la ciudad. Como abejas los lugares de copas han cambiado en busca del enjambre, de perdedores o ganadores, cada cual creándose su yo particular. Yo he ido, yo he estado, yo he hecho... Cansina monotonía la del ególatra ser humano. Sin variación esos lugares solo alternan decoración y licores, aunque soy fiel al ron de caña, a ser posible de las islas caribeñas. Al final todo se va diluyendo como el hielo en el alcohol, todo se marchita, y todo se agota. He decidido mutar.

    Visto traje de chaqueta, camisa impoluta blanca, corbata y zapatos negros. Lo sigo acompañando todo de mis gafas de sol preferidas. Solo salgo los viernes y más de cóctel con conocidos del trabajo o a alguna exposición de arte, aunque rara vez me llame la atención lo que veo. Me acompañan mujeres de conversación culta. Hablamos de modismos, artistas, literatura o música. Pero dentro de mi el gusano quiere volver a ser quien fue. Únicamente me permito no dormir para ver siempre mi amanecer, pues soy hijo de las tinieblas.

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